miércoles, 16 de mayo de 2018

Atisbando el ecosistema en el que vivieron las extrañas formas de vida del periodo Ediacárico


PALEONTOLOGÍA
Algunos de los animales más antiguos sobre la Tierra eran vivían en el mar, poseían cuerpos blandos cuya longitud oscilaba entre unos pocos centímetros y más de un metro y podían tener formas diversas, como discos, tubos o bolsas parecidas a cojines. Si bien las impresiones fósiles del periodo Ediacárico (hace de 635 millones de años a 541 millones) revelan su existencia, poco más se sabe sobre este fascinante grupo de criaturas. De hecho, algunos científicos dudan incluso de que fuesen animales verdaderos. En cualquier caso, estos organismos precedieron a los más complejos y dotados de esqueletos.

El equipo de Gordon Love y Kelden Pehr, de la Universidad de California en la ciudad estadounidense de Riverside, se valió de biomarcadores en rocas antiguas para averiguar más cosas sobre las condiciones medioambientales y los recursos alimenticios que sostenían a este grupo de animales, principal integrante de la llamada biota ediacárica. Los investigadores estudiaron marcadores lipídicos, dejados por comunidades biológicas del pasado remoto y conservados dentro de rocas sedimentarias que contienen fósiles de esas criaturas. Las comunidades investigadas vivían frente a la costa de un antiguo continente, llamado Báltica, que abarcaba los actuales Rusia, Ucrania y los estados bálticos, hace entre 560 y 540 millones de años.


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Fósil de Dickinsonia, un enigmático animal del periodo Ediacárico. Es tan arcaico y extraño con respecto a animales posteriores, claramente reconocibles como tales, que incluso se ha dudado de que fuese un verdadero animal. (Foto: Verisimilus (CC BY 3.0))



La biota ediacárica vivía en regiones marinas pobres en nutrientes, concretamente sobre la plataforma continental, una extensión de tierra a una profundidad relativamente modesta bajo la superficie oceánica. A pesar de este entorno oligotrófico (pobre en nutrientes), los investigadores han descubierto que existían suficientes nutrientes y desechos orgánicos para alimentar a la biota ediacárica y que este ecosistema se sostenía en buena parte en la producción primaria bacteriana y en la materia orgánica disuelta.


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